A la actividad físico-deportiva se le atribuye un carácter multifuncional "Su práctica consigue agrupar fines e intenciones educativas muy diferentes entre sí pero que, en conjunto, atienden a las necesidades que surgen de la sociedad actual".
En nuestra entidad, cuando hablamos de niños y jóvenes, la función comunicativa y socializadora del deporte, en cuanto a su papel pedagógico cobra especial relevancia. En este sentido, no concebimos la práctica de las Artes Marciales como un objetivo en sí mismas, sino como un medio para participar en su proceso educativo, es decir, utilizarlas como instrumento que facilite el pleno desarrollo e integración social del niño. De forma más explícita, podemos señalar como fines de las Artes Marciales los siguientes:
- Favorecer el conocimiento, percepción y funcionalidad del propio cuerpo.·
- Facilitar su expansión motora. Compensar las necesidades de movimiento y liberar las tensiones emocionales del pequeño.
- Optimizar el desarrollo de las capacidades motrices y habilidades perceptivas básicas.
- Adquirir las habilidades y destrezas específicas.
- Mejorar las cualidades físicas acordes a cada estadio evolutivo del niño.
- Fomentar la sociabilidad del niño, promoviendo la comunicación y el establecimiento de relaciones grupales equilibradas.
- Propiciar la expansión y el hedonismo.
- Orientar los intereses de niños y jóvenes hacia conductas y hábitos positivos para la salud y el bienestar. Proporcionar las pautas de conducta y los recursos técnicos necesarios para la autoprotección y la seguridad personal.
Las Artes Marciales, por su propia naturaleza, promueven actitudes como: como el coraje y la valentía, el espíritu de lucha, el autocontrol, la tenacidad y la perseverancia, la honestidad en el esfuerzo, la cortesía, el respeto a uno mismo y a los demás, el acatamiento de las normas, el ánimo colaborativo y la subordinación de los intereses personales a los del grupo.
De estas actitudes se deriva el desarrollo de valores como: el respeto mutuo, la lealtad, el honor, la disciplina, la autosuperación y el esfuerzo personal, el compañerismo y la amistad...
La capacidad de las Artes Marciales para fomentar valores.
Los valores son adquiridos a través de los procesos de socialización y de transmisión entre los seres humanos. Estamos hablando, por consiguiente, de un proceso no espontáneo de enseñanza-aprendizaje basado en la relación maestro-alumno, y las condiciones contextuales en que se produce.
El papel del maestro: Desde el respeto a todas las disciplinas deportivas, yo considero que el maestro de Artes Marciales no es un entrenador deportivo común. Además de su autoridad como adulto y aptitud técnica, el "cinturón negro" y la aureola de misticismo que envuelve a las Artes Marciales le confieren un plus de "súper-capacitación". El maestro de Artes Marciales, para bien o para mal, suele ser idealizado y se convierte en modelo. Por esta razón, entre otras, el maestro o entrenador, debe ser consciente de lo que dice y coherente con lo que hace. Es incuestionable que además de transmitir técnica deportiva, el maestro transmite a sus alumnos unos valores y lo hace tanto por lo que dice como por lo que hace y cómo lo hace.
Por su parte el maestro ha de procurar:
La creación de un ambiente integrador que conjugue lo lúdico y recreativo con el aprendizaje técnico.
- Estimular el esfuerzo como vía para el progreso.
- Que niño aprenda y haga aquello para lo que está capacitado.
- Conjugar enseñanza y educación.
- Mantener al alumno como sujeto activo de este proceso.
Por lo general, las artes marciales suele gozar de buena valoración social y están prestigiadas por la comunidad, entre otras causas, por su reconocida capacidad formativa. Lo que singulariza a una escuela de Artes Marciales respecto a la escuelas deportivas al uso, es que en ellas se prioriza el ámbito pedagógico sobre el competitivo. Se anteponen los intereses del menor a los resultados deportivos. Todos los niños son igualmente protagonistas y progresan de acuerdo a su capacitación técnica y esfuerzo personal.
Una escuela de Artes Marciales es un espacio singular en el que la actividad deportiva se desarrolla envuelta en una atmósfera de trabajo, disciplina y respeto que se refuerza mediante los rituales propios de las Artes Marciales: la figura del maestro, la jerarquía de grados, las relaciones entre nóveles y veteranos, el saludo, la vestimenta...Desde tiempos inmemoriales el adiestramiento tradicional en las Artes Marciales ha llevado inherente la sujeción a un código de conducta, el "bushido" que tiene como máximas virtudes: el valor, el estoicismo, el honor y la lealtad.
Las Artes Marciales tradicionales incluyen el sufijo "do" al final del sustantivo (kendo, judo, aikido, karate-do). En japonés, "do" significa: la vía, el camino ¿Cómo se puede seguir esta vía? ¿Cómo encontrarla? Según Taisen Deshimaru, "No es sólo aprender una técnica, menos aún es una competicióna deportiva. En Budo (Artes Marciales) la idea no es el competir, sino encontrar paz y maestría dentro de uno mismo".
En este sentido, en Karate-Do encontramos unos preceptos (Dojo-Kun) que se repiten en cada clase como recordatorio de los propósitos del Centro:
FORMACIÓN DE LA PERSONALIDAD
RECTITUD
ESFUERZO Y CONSTANCIA
RESPETO A LOS DEMAS
CONTROL DE LA AGRESIVIDAD Y RECHAZO DE LA VIOLENCIA
La estricta observación de éstas y de otras normas finalmente calan en el alumno y se arraigan en él como valores que finalmente impregnan un estilo de vida caracterizado por:
- La autoestima personal y la confianza en si mismo.
- La exaltación de pautas de conducta saludables y el uso creativo y formativo del tiempo libre.
- El espíritu cooperativo y solidario en un esfuerzo común.
- La fuerza de voluntad y tenacidad en los propósitos.
- El sentimiento de pertenencia y reconocimiento dentro del grupo.

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